sábado, 26 de mayo de 2012

LA REFORMA PROTESTANTE

A fines del siglo XV la iglesia en Roma llegó a ser el mayor terrateniente de Europa.  Toda esa grandeza costaba mucho dinero y para mantenerla el Papado tenía que encontrar nuevas fuentes de ingresos.  Fué así como comenzó a cobrar por los cargos eclesiásticos y por juicios y favores que otorgaba.  Esto llevó a mucho abuso y corrupción.

Desde dentro de la iglesia hubo voces en contra de la corrupción

La Reforma Protestante comenzó con un monje agustino, Martin Lutero, cuando protestó contra la venta de indulgencias, ya que decía que "era como comprar el perdón de los pecados pasados y el derecho a pecar en el futuro".  Escribió 95 tesis clavándolas en el castillo de Wittemberg para que todos las vieran el día de todos los Santos.  Con la imprenta recientemente inventada, estas ideas llegaron a oídos del Papa quien lo excomulgó.  Lutero pasó recluido diez meses en el castillo de su amigo.

Había tres temas que separaban a los protestantes de los católicos romanos: la salvación debía ser únicamente por la fe ( no por la absolución sacerdotal), el perdón sólo debía otorgarse por la gracia de Dios ( no por la autoridad de sacerdotes o Papas en confesión ), y los asuntos doctrinales debían confirmarse únicamente por las Sagradas Escrituras o Evangelios ( no por Papas ni concilios eclesiásticos ).

Lutero empleó todo el resto de su vida en escribir tratados en defensa de la fe Evangélica.

El luteranismo rechaza la primacía y autoridad romana del papado como institución divina. Niega la tradición dogmática de la existencia del purgatorio. El movimiento protestante iniciado por Lutero afirma el valor único de las Escrituras y la supremacía de la fe en Jesucristo. Lutero desarrolla la doctrina del Sacerdocio Universal, en donde afirma que las Escrituras pueden ser entendidas por todos los creyentes y que cada uno puede examinarlas libremente gracias a la creación de la imprenta. Según Lutero, todos los creyentes son sacerdotes en virtud de los sacrificios espirituales de un corazón arrepentido en oración.


Judith F. Flores Rivera

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